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Crecimiento exponencial

 

Nuestro sistema económico actual, nuestra nivel de vida, el tipo de actividades que realizamos, e incluso lo que comemos, todo eso tiene un gasto energético determinado detrás. Hay un gasto enorme en derivados del petróleo detrás de cada elemento que usamos en el día a día. Sin petróleo no tendríamos comida al precio, cantidad y calidad que disponemos actualmente. Ni podríamos desplazarnos al bajo coste que disfrutamos actualmente. No hay, prácticamente, actividad humana, al nivel que conocemos actualmente, que pueda desarrollarse como se desarrolla actualmente. Y éste “actualmente”, al haberlo vivido de forma natural y gradual, nos parece normal.

Esta falsa normalidad es un espejismo que cuesta mucho comprender como tal.

Para empezar, tenemos unos tipos de interés artificialmente bajos. El tipo de interés es la señal que indica al empresario cómo invertir su capital para poder ganar un beneficio. El tipo de interés, en un mercado libre, indica si el dinero es caro o es barato. Si es momento de invertir, o es momento de desinvertir.

Si el dinero tiende a un tipo de interés bajo, el dinero está perdiendo valor, con lo que es mejor cambiarlo por otras cosas que estén ganando valor. Es un juego de descubrir el precio de las cosas en función del valor de estas en el tiempo. Ayer un bien estaba a un precio X, ¿hoy a qué precio estará? Esa es la función del empresario, descubrir el precio de hoy, a través del intercambio y de la asunción del riesgo.

crecimiento de la energia

La energía es el elemento clave para entender en qué momento económico nos encontramos. El tipo de interés, en un mercado libre, sería un indicador que iría de la mano con la realidad energética, pero se mantiene gravemente manipulado, precisamente para tapar la realidad energética.

El sistema económico basado en el dinero “fiduciario” o “fiat” necesita de una inflación constante para poder existir. La deflación se nos vende como un problema, y es repetido en todas las universidades del país que una inflación moderada es necesaria para la economía.

Nuestro sistema económico actual, nuestra nivel de vida, el tipo de actividades que realizamos, e incluso lo que comemos, todo eso tiene un gasto energético determinado detrás. Hay un gasto enorme en derivados del petróleo detrás de cada elemento que usamos en el día a día. Sin petróleo no tendríamos comida al precio, cantidad y calidad que disponemos actualmente. Ni podríamos desplazarnos al bajo coste que disfrutamos actualmente. No hay, prácticamente, actividad humana, al nivel que conocemos actualmente, que pueda desarrollarse como se desarrolla actualmente. Y éste “actualmente”, al haberlo vivido de forma natural y gradual, nos parece normal.

Esta falsa normalidad es un espejismo que cuesta mucho comprender como tal.

Para empezar, tenemos unos tipos de interés artificialmente bajos. El tipo de interés es la señal que indica al empresario cómo invertir su capital para poder ganar un beneficio. El tipo de interés, en un mercado libre, indica si el dinero es caro o es barato. Si es momento de invertir, o es momento de desinvertir.

Si el dinero tiende a un tipo de interés bajo, el dinero está perdiendo valor, con lo que es mejor cambiarlo por otras cosas que estén ganando valor. Es un juego de descubrir el precio de las cosas en función del valor de estas en el tiempo. Ayer un bien estaba a un precio X, ¿hoy a qué precio estará? Esa es la función del empresario, descubrir el precio de hoy, a través del intercambio y de la asunción del riesgo.

Al no poseer el sistema de mecanismo de auto regulación, al menos de forma aparente, por un tiempo, el sistema fiduciario permite al político y al banquero comprar el voto a través de la inflación. La herramienta para dicho golpe maestro es el tipo de interés. Luego el tipo de interés da la señal errónea al empresario de que es momento de invertir, y éste invierte. Al invertir, el empresario consume su capital. Si bien parte de su capital lo transformará en algo material, hay una parte importante de éste que se destinará a consumo de energía.

El efecto en cadena de miles y miles, por no decir millones, de empresarios en el mundo, creyendo todos que es momento de invertir, y no de lo contrario, o invirtiendo en masa en el lugar equivocado por razones artificialmente creadas, significa gastar y para siempre, una parte de la energía que tenemos disponible en el subsuelo, una energía que es finita, no porqué su fuente sea finita, sino porqué nuestra capacidad de extracción sí lo es.

El consumo energético ha sido exponencial hasta la fecha, y un crecimiento exponencial del uso de un recurso finito y en declive no permite hablar de muy largos plazos. Un crecimiento del 7% anual significa doblar al cabo de 10 años. He leído muchas veces que “China necesita un crecimiento de al menos un 7% anual para...” y si se traduce en años, se entiende mejor. Para poder funcionar, China debe doblar su PIB cada 10 años. Más o menos lo mismo con los USA o con Europa. Lo mismo con los “déficits” y los aumentos de tasas e impuestos. Siempre se explica el porcentaje anual, porque facilita el esconder la realidad.

China no puede doblar su PIB en 10 años, porqué también lo necesitan sus competidores. Si bien no todos pretenden la misma tasa de crecimiento, sí es verdad que se mueve en parámetros de esta categoría.

Al fin y al cabo, el negocio fiduciario es dejar 100 con un interés. El interés aparece con el préstamo, es un dinero que no existe antes. El préstamo es para hacer algo, es decir, el banco nos presta dinero para quemar petróleo. Mientras haya petróleo para quemar, el banco puede seguir prestándonos dinero y ganando una fortuna con los intereses. El problema es que cuando ya no haya petróleo, de nada me servirán los papelitos que hasta ahora servían para, básicamente, comprar petróleo.

Porqué, recuerde, toda actividad económica va atada a un consumo energético determinado.

Cuando ese momento llegue (y llegará, puesto que la energía solar tiene una tasa de retorno energético- diferencia entre lo que se gasta uno en extraer y lo que consigue- bastante baja, a diferencia de la gasolina, que es mucho más alta, aunque conforme el coste de extraer petróleo sube, baja la tasa de retorno), los afortunados serán aquellos que mantengan su poder adquisitivo sin tener que quemar energía.

Teniendo en cuenta que el 97% del dinero es dinero bancario, es decir, electrónico, podemos deducir que la práctica totalidad del dinero actual necesita de electricidad constante para existir y ser utilizado.

El oro que uno adquiere, uno lo mantiene sin tener que pagar energía extra, puesto que una vez minado ya existe, y no se degrada con el tiempo. Cuando digo oro, incluyo plata. El dinero fiducuario depende de su existencia de que quien lo imprime pueda responder de la deuda contraída. Es una contrapartida que el oro no tiene. Dado que es físicamente imposible continuar consumiendo más energía de la que se puede extraer, el dinero fiduciario tiene las horas contadas por definición, y su único sustituto es el metal monetario.

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